
Imprescindible para carnes frías, pucheros, guisos de lentejas, tiernos conejitos, platos con cerdo y hot dogs. Hay de muchas, muchas clases.La mostaza surge de una hierba del mismo nombre, citada desde tiempos bíblicos. Fue cultivada en Palestina y desde allí introducida en Egipto y Oriente. Aunque griegos y romanos machacaban y diluían las bayas en salmuera de atún, la primera receta data de las Galias, en el siglo IV.
Su uso se difundió rápidamente en la región de la Borgoña.Rabelais, en Gargantúa y Pantagruel, habla de “ese bálsamo natural y vigorizante”. ¿Vigorizante para qué? Para todo, dicen. Para eso también Su nombre viene del latín: mustus ardens - mosto ardiente- y está emparentada con la familia de las coles. Hay de varios tipos, intensidades y sutilezas. La mostaza de Dijon, de pasta lisa, esa de efluvios ardientes, es la mejor para guisos de lentejas, conejo a la mostaza, vinagretas y para acompañar carnes frías. La de Meaux o la Mostaza a la ancienne, tiene los granos visibles y resulta perfecta para pucheros, cocidos, etcétera. O para hacer salsas para carnes rojas.
Para platos donde la mostaza está muy presente, recomendamos acompañar con un Cabernet Sauvignon y, en el caso de platos alemanes, con un Riesling. O con cerveza, por supuesto xD